Que una habitación de pequeñas dimensiones jamás limite tu intención decorativa. Mira alrededor: estás rodeado de grandes recursos para ampliar la sensación de profundad, resolver problemas de almacenamiento o mejorar el impacto lumínico; para conseguir, en definitiva, interiores acogedores. ¿Qué no percibes estos recursos? Mira, toma algunos:
Es cierto que la relación pared-ventana afecta sobremanera al diseño y percepción de los espacios. Por ello, siempre que sea posible, conviene apostar por la iluminación natural, despejando toda entrada externa de luz. Pero no des ese espacio por perdido, pues puedes instalar mobiliario alrededor. Estanterías abiertas, por ejemplo, que permiten contener multitud de enseres.
Los pisos pequeños suelen tener techos bajos, por lo que usar muebles altos o adornar las paredes en altura aporta una sensación de hacinamiento, de desorden. Apuesta, pues, por las zonas inferiores.
Aísla zonas temáticas con cortinas, biombos o estores. Y personalízalas con una alfombra a medida. Un recurso ideal, muy actual en la decoración loft, para conseguir intimidad y luminosidad sin robar demasiados metros cuadrados. Y si de aislar espacios ambientales se trata, otro recurso consiste en cerrar las terrazas para usarlas como sala de estar, como zona de juegos para los niños e incluso ¡como oficina!
Las estructuras modulares están de moda. Mobiliario convertible con múltiples funciones y utilidades. Camas elevadas. O puertas correderas/deslizantes. Toque moderno y elegante.
Está demostrado psicológicamente que los espacios pequeños aumentan la sensación de confort cuando son frescos, aireados. Y si hay elementos que consigan eso, de manera proporcional a la determinada época del año, son las plantas, con o sin flores.
Estructurar una cocina con muebles de almacenaje ocultos también nos ahorra espacio y tiempo. Y para los dormitorios, desarrolla armarios abiertos con estantes y baldas en suspensión, junto a cestas de mimbres o cajas.
Y, ay, los colores… Una mala combinación cromática nos asfixia toda la atmósfera. Los colores cálidos (rojo, amarillo), en interiorismo, estimulan la actividad, generando felicidad. Los fríos (azul, verde), por su parte, «silenciosos», potencian la relajación. Estos últimos son ideales para pisos pequeños, sobre todo el clásico blanco. Y luego tenemos los colores híbridos (violeta), que, a partir de sus diferentes gamas, puede combinar ambos efectos, y, con una buena alfombra de salón temática, son ideales para la decoración de dormitorios infantiles.
¡A por ello!