El color que imprimas a las paredes de tu hogar jugará un papel fundamentan tanto estilística (belleza) como ergonómicamente (armonía) hablando. Al igual que ocurre con un determinado material o mobiliario, una óptima elección cromática aporta la palabra clave en diseño: bienestar. Ahora bien, ten muy en cuenta que un mismo color puede producir efectos diferentes en una u otra estancia. Los tonos cálidos (naranjas, rojos, amarillos, ideales para las habitaciones de los más peques con sus cortinas, cojines o alfombras infantiles a juego), en dosis moderadas, estimulan, potencian la sensación de felicidad. Por su parte, los tonos fríos, «silenciosos», relajan (azules y verdes son los reyes). Y luego están los tonos híbridos (violeta), que alternan ambas sensaciones.
Las tonalidades neutras casan a la perfección con el salón. El beis, marrón o gris, aunque no lo creas, producen confort, bien complementados, por ejemplo, con una alfombra moderna blanca. Son colores con esencia elegante. No tengas miedo de emplear estos tonos más oscuros: combinados con una luz artificial suave está de moda. Además, funcionan genial con el aspecto más fuerte de la madera. También el terracota, así como los tonos siena y bronce, suponen otra elección ideal para los salones.
La naturaleza cromática de las plantas aplicadas a las paredes aporta frescura. Este verde, imbricado con el blanco, genera pureza, acogimiento. Tonos vitamínicos: salvia, apio y aguacate. Salpican de profundidad cualquier estancia.
La tendencia cromática de este 2018 vira cada vez más hacia los colores brillantes, fuertes, en una vuelta decorativa de los años 80, donde primaban el rosa millennial y el turquesa partido. También saltan a la palestra los primarios de siempre: rojo (burdeos), amarillo (cúrcuma y mostaza) y azul (Klein).
Mira, toma nota:
– Los colores inspirados en el cosmos vienen pisando fuerte. El cuarzo, o cualquier gama de azulados, dan cierto aire romántico, optimista.
– Salpica ambientes con verde oscuro y esmeralda, una sofisticada serenidad.
– El azul cobalto (desde los tonos más puros a los añiles o marinos) contrasta sensacionalmente con la madera clara, los metales o todo tipo de elementos dorados.