En un proyecto de reforma integral cada detalle cuenta para conseguir el resultado final esperado. Una de las elecciones más importantes es la relativa a los revestimientos: azulejos, pinturas… y, por supuesto, el material que va a dar el acabado a las paredes de nuestro futuro hogar. Actualmente, en el mercado hay muchos productos para enlucir, aunque los más empleados siguen siendo el yeso, la escayola y la cal. En este artículo vamos a tratar de descifrar los pros y contras de cada uno.
Vamos a comenzar por el yeso. Lo primero que hay que tener en cuenta es que este material solo es adecuado para interiores y, dentro de lo posible, para espacios con poca humedad. Para paredes exteriores lo mejor es recurrir al estuco (un derivado de la cal al que se le añade diversos aditivos). Una de las ventajas del yeso, junto a su resistencia al fuego y su rapidez de secado, es que es un buen aislante térmico y tiene una alta adherencia sobre cualquier material (excepto la madera).
Muchos son los tipos de yeso que se pueden encontrar en cualquier almacén o polvero, pues cada fábrica de yesos cuenta con un catálogo de productos cada vez mayor. Entre los más empleados por los profesionales y amantes del bricolaje destacan:
Yeso basto: también conocido como ‘yeso rápido’ es el más empleado en trabajos de construcción para fijar reglas o marcos, así como rellenar oquedades.
Yeso controlado: es el más indicado para aplicar las primeras capas de revestimiento a las paredes (también conocida como ‘guarecido’), para ahorrar cantidad de yeso fino, que será el que se aplique en la capa final. Hay dos formas de amasarlo para aplicarlo, generalmente, de forma manual. La primera, consiste en mezclarlo añadiéndole agua poco a poco hasta conseguir el espesor requerido. La segunda, en verter primero el yeso en un recipiente y cubrirlo de agua para removerlo posteriormente.
Yeso fino: es el que se emplea para conseguir un acabado final liso y suave. Es de color blanco y debe aplicarse manualmente con una llana y una espátula.
Yeso aligerado con perlita: es un variante del anterior. Se trata del material más empleado para el revestimiento interior de las viviendas, pues el añadido de la perlita le confiere mayores propiedades de aislamiento acústico y térmico. También tiene una mayor resistencia al fuego. Se puede aplicar tanto de forma mecánica o manual. Este tipo se fabrica también para poder ser proyectado con la maquinaria adecuada.
Yeso duro: es la clase más resistente, por eso se emplea para guarnecidos en lugares interiores de mucho tránsito (generalmente edificios públicos). Dada sus características se debe preparar con maquinaria profesional.
Por otro lado, la escayola es otro material que puedes elegir y que tiene un rendimiento muy adecuado, aunque en mayor medida suele emplearse en techos para unir placas o pegar piezas prefabricadas como molduras o escocias, entre otras. Actualmente, en el mercado se pueden encontrar una gran variedad de elementos de escayola que permiten embellecer las paredes, ocultar instalaciones o construir muebles de mampostería de forma relativamente rápida.